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Nación innecesaria

Artes Performáticas, Noticias, Proyecto Ballena

Con la actuación de María Laura Alemán, Lucía Adúriz, Emilia Ferrari, Virginia Leanza, Gustavo Tarrío y Pablo Viotti, se presentó en La Cúpula del Kirchner el musical del performer, actor y director teatral Gustavo Tarrío. Por Antonia Kon


–¿Y eso?
–Un tejido social.
–No. Un bordado individual.
–¿Qué, vas a metaforizar la idea de Nación?
–Imposible. Sería sesgado.
–Y esto es bordado.
–Solamente un bordado.
–Además no tenemos la representatividad.
–Somos muy pocas y de por acá.
–Pero podrías empezar.
–Empezar es necesario.

Con este diálogo comienza Nación Innecesaria. Ese bordado, ese tejido social, ese “trapo nacional innecesario” –así llaman los personajes a esta bandera que han creado– está izado en La Cúpula del Centro Cultural Kirchner, mezclándose con las luces de la ciudad que se filtran a través de las paredes acristaladas.

En el marco de la última jornada de la edición 2023 del Festival Proyecto Ballena, que tiene a la imaginación política como su eje principal, Gustavo Tarrío propone desarmarlo todo a través del humor e inventar un mundo nuevo, ridículo, irreverente, sensible. Con ese fin, pone en escena una nación que se autoproclama innecesaria: la nación sin proyecto, la nación linchada, la nación lyncheana, la nación soslayada, la nación del paisaje, la nación del barrio, la nación del idioma.

Virginia Leanza, como conductora de una radio delirante, relata al público las noticias más recientes de la nación innecesaria mientras los personajes exploran las subjetividades contemporáneas, los límites del patriotismo, las relecturas del himno, la figura del artista, nociones actuales como “apropiación cultural” o “clickbait”. Una joven estudiante de artes dramáticas interpretada por Lucía Adúriz se frustra cuando sus profesores le piden encarecidamente que trate de buscar dentro suyo para “sentirse mesa”, para “sentirse trineo”, y ella descubre que, en verdad, no siente nada. Emilia Ferrari, en una parodia a la falsa espontaneidad, aparece entre el público y se une a la radio innecesaria, escondida debajo de un tapado que se saca para revelar un vestido para la ocasión y un manifiesto preparado sobre su bisexualidad. Gustavo Tarrío sufre las jerarquías entre humanos y mascotas en una escena con participación especial: su propio perro, que se pasea libre entre el público y abandona a su dueño que, descubriéndose innecesario, le pide ayuda al manifiesto de mascotas de compañía de la autora feminista Donna Haraway.

Uno de los momentos cumbre de la obra –el único en el que no se escuchan carcajadas– es el monólogo de María Laura Alemán, la narración de cómo empezó a sentirse invisible en su adultez trans hasta que se encontró con una mujer de la calle con la que terminó besándose: “Con ese beso estábamos reconociendo nuestra existencia. Éramos dos personas invisibles y nos habíamos visto. Ese mundo cada vez más difuso me hizo darme cuenta de que estaba desapareciendo de un mundo, pero apareciendo en otro: un mundo de gente que se ve por la calle, que se reconoce, que se acaricia y se besa. Un mundo al que pertenezco. Y quiero estar ahí”.

Con las últimas teclas del piano de Pablo Viotti, la noche cae en La Cúpula y los actores abren el micrófono al público. “Gracias por este espacio”, dice una de las voces. Entre risas, lágrimas y abrazos de personas conocidas y desconocidas, con ese espíritu de celebración colectiva, se da cierre al Festival Ballena.

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