Trío Alberto Williams e invitados

El ensamble de cámara integrado por Nicolás Favero, Siro Bellisomi y Antonio Formaro ofrece obras de Beethoven y Spohr junto a los invitados Claudio Barile (flauta traversa), Matías Tchicourel (clarinete), Gabriel La Rocca (fagot) y Fernando Chiappero (corno).

El concierto se transmite en vivo por radio Sonido Cultura.


Programa

Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Trío en re mayor, op. 70 n° 1, Fantasma

Allegro vivace e con brio
Largo assai ed espressivo
Presto

Louis Spohr (1784-1859)
Septeto en la menor para flauta, clarinete, fagot, corno, violín, violoncello y piano, op. 147

Allegro vivace
Pastorale: Larghetto
Scherzo: Vivace - Trio I - Trio II
Finale: Allegro molto


Acerca de las obras, por Claudia Guzmán

El año 1808 fue de fructífera e intensa actividad compositiva en la vida de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Durante los meses de verano, e inmediatamente luego de culminada su sexta sinfonía, Pastoral, mientras se hospedaba en Heiligenstadt (distrito ubicado en ese entonces fuera de las murallas de Viena), el compositor emprendió la tarea de crear dos tríos para piano, violín y violoncello, a los cuales correspondería el op. 70. Ambas obras fueron dedicadas a la Condesa Marie von Erdödy como agradecimiento del músico a quien lo había hospedado en su residencia durante dichos meses de estío. Fue precisamente durante una velada en el salón de la condesa, en el mes de diciembre, donde tuvo lugar el estreno de ambas obras con Beethoven mismo interpretando la parte de piano. El violín habría estado a cargo de Ignaz Schuppanzigh, amigo personal del compositor, mientras que Joseph Lincke, otro asiduo colaborador del autor, habría interpretado la parte del violoncello.

Para ese entonces Beethoven ya había explorado las posibilidades de esta formación instrumental en cuatro obras previas: la serie de tres tríos para piano y cuerdas op. 1, del año 1795, primera obra que publicara desde su llegada a Viena; y el trío para piano y cuerdas op. 11, también una obra temprana, que data del año 1797. La elección de Beethoven de producir obras para pequeños conjuntos de cámara y más específicamente para la combinación mencionada, durante sus primeros años en la capital imperial, obedecía al éxito que dichas obras tenían en los salones de los aristócratas aficionados a la música. Por tanto, estas creaciones se convertían en una decisiva carta de presentación del compositor, pues además no requerían de costos para su interpretación, la cual en general estaba a cargo del compositor y algún otro músico amigo. Al momento de escribir los tríos op. 70, sin embargo, la situación profesional de Beethoven ya era otra, con una carrera afianzada y un grupo de leales protectores pertenecientes a la nobleza. A diferencia de los tríos de su juventud, estas obras traslucen una escritura ya madura en el oficio y un sello personal inconfundible. El ideal del sinfonismo heroico se hace también presente, con toda convicción, en estas creaciones de cámara y muy especialmente en la primera de ellas: el trío en re mayor, más conocido como Geistertrio.

A diferencia de sus tríos tempranos, y alejándose de los cánones clásicos con sus cuatro partes, el Geistertrio está estructurado en tres movimientos, fórmula que le permitía al compositor trabajar en pos de una mayor cohesión de la obra. Al mismo tiempo la intensidad y tensión dramática se magnificaron mientras que la escritura se tornó más intrincada, con demandas técnico-interpretativas que se alejaron de la práctica del aficionado de salón y que tendieron a una compleja homogeneidad y a un tratamiento del conjunto más cercano a su propia escritura sinfónica que a la usual para la música de cámara de ese entonces.

El Allegro vivace e con brio da inicio a la obra con enérgico movimiento y una breve exposición, elaborando el discurso en torno a un vibrante motivo que emerge como primer tema y un segundo tema, más calmo que deriva de aquel. El desarrollo es relativamente extenso, culminando el movimiento con la recapitulación de la exposición. Tanto este primer movimiento como el enérgico tercer movimiento, Presto, ejercen un decisivo contraste frente al lento, misterioso e introspectivo movimiento intermedio, potenciando así la intensidad de este.

Los orígenes del nombre con el cual conocemos a esta obra surgen precisamente en referencia a este segundo movimiento: Geistertrio, el decir “Trío de los Espectros” o de los “Espíritus”. Según la tradición esta denominación habría acompañado a la obra desde sus primeras interpretaciones y habría sido el pianista y compositor Carl Czerny, uno de los más dilectos discípulos de Beethoven, quien se la habría otorgado. En efecto, el tema principal del segundo movimiento, Largo assai ed espressivo, apareció en el boceto de una obra para la escena que Beethoven proyectaba en ese entonces crear basada en Macbeth, la célebre obra de William Shakespeare, tema en boga en los círculos artístico-intelectuales del romanticismo europeo. Este tema en re menor, de gran intensidad gracias a la atmósfera de suspenso inicial que crea el compositor desde el comienzo del movimiento y que crece en poder dramático paulatina pero sostenidamente a lo largo del mismo, habría sido escrito por Beethoven pensando en la escena de las tres brujas, correspondiente al Acto I de la obra teatral del autor inglés. La obra culmina con un poderoso movimiento Presto en el cual la sutileza se conjuga con el virtuosismo.

El mismo año en que realizaba su última visita a Londres, siendo aclamado por su ópera Jessonda, Louis Spohr (1784-1859) creó el Septeto en la menor. Era el año 1853 cuando el compositor, que ya había cumplido tres décadas como maestro de capilla de la corte de Kassel, decidió escribir esta obra de cámara destinada a una formación inusual: flauta, clarinete, fagot, corno, violín, violoncello y piano. No se trataba de la primera vez que elegía escribir para un ensamble instrumental no habitual puesto que cuatro décadas antes, mientras residía en Viena desempeñándose como director de la orquesta del Theater an der Wien había creado un noneto para flauta, oboe, clarinete, fagot, corno, violín, viola, violoncello y contrabajo así como un octeto para clarinete, par de cornos, violín, par de violas, violoncello y contrabajo. Había sido precisamente en aquellos años de 1813-1814 cuando se había afianzado su vínculo de amistad con Ludwig van Beethoven, a quien había conocido en 1808, precisamente cuando este último se hallaba dedicado a la creación del Geistertrio.

Nacido en Brunswick, Baja Sajonia, había sido bautizado como Ludewig Spohr pero, siguiendo la moda francesa imperante se lo conoció desde niño como Louis. Hijo de notables músicos amateurs (su madre era cantante y pianista mientras que su padre, médico, tocaba la flauta), demostró talento e interés desde la niñez, centrándose en el estudio del violín. Para su segunda década de vida era ya considerado como uno de los más destacados intérpretes de ese instrumento de todo el territorio germano, obteniendo a los veintiún años de edad el puesto de maestro de conciertos de la corte de Gotha, Turingia. Compositores como Carl Maria von Weber, Cherubini y Mendelssohn reconocerían su talento y darían a conocer sus obras. Prolífico creador en los más diversos géneros destacó como director y compositor de ópera, música vocal de cámara, oratorio y obras corales. En el ámbito instrumental completó 10 sinfonías, 17 conciertos para violín y 4 para clarinete, 36 cuartetos y 8 quintetos para cuerdas, tres dúos concertantes para violín y piano y un quinteto con piano. Se desempeñó como director de la Ópera de Fráncfort y luego, desde 1822 hasta su fallecimiento como director de la Ópera en Kasel, estrenando allí obras como El holandés errante de Richard Wagner.

Su Septeto, cuya parte de piano muy probablemente haya estado pensada para su segunda esposa, la eximia pianista Marianne Pfeiffer, conjuga gestos románticos que van de los sublime a lo pintoresco con una escritura prístina heredada del Clasicismo final. De dilatadas proporciones el primer movimiento Allegro vivace es de forma sonata está estructurado sobre temas decisivamente contrastantes. Inaugurado por un tema a cargo del corno el segundo movimiento está concebido como una evocativa y grácil Pastorale, exhibiendo una dúctil interacción entre aerófonos y cordófonos, por sobre la base del instrumento de teclado. Sigue un ágil Scherzo que intercala dos tríos: el primero destinado al clarinete como solista y el segundo protagonizado por el corno. Con una plenitud de vocación sinfónica se inicia el Finale de la obra el cual mediante su riqueza textural, el intrínseco conocimiento de cada uno de los instrumentos involucrados y la gracia que le es inmanente, da cuenta del exquisito equilibrio de la escritura de Louis Spohr.


La actividad es gratuita y no requiere reserva previa: se ingresa por orden de llegada.

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Fecha

31 agosto 2022
Finalizado

Hora

14:00

Ubicación

Sala Argentina
Transmisión en vivo por radio Sonido Cultura