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Detrás del maquillaje, la vida de un artista

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En abril, el CCK rinde homenaje a uno de los artistas argentinos que llevó el humor al lugar trascendental de la risa y la crítica. Antonio Gasalla se convirtió en el capocómico más reconocido de finales del siglo XX. Con guiones escritos desde la realidad cotidiana, mecanografiados y pasados a papel carbónico, sus producciones incluían kilos de pelucas, dentaduras postizas, prótesis y maquillajes. Allí, entre lo descarnado y lo kitsch, a través de un humor muchas veces cáustico y siempre desmesurado, sus criaturas supieron enfocar e iluminar rasgos centrales de la argentinidad contemporánea.

Ramos Mejía fue el barrio que vio crecer a Antonio, en un hogar con padre peluquero y madre ama de casa, ambos dispuestos a que fuera perito mercantil. Sin embargo, esos primeros años de niñez lo acercaron al cine, con tres salas barriales donde llegaba a presenciar casi cuarenta películas por mes. Al terminar el secundario, su padre le dio tres opciones de estudio: Ciencias Económicas, Odontología o Farmacia y Bioquímica. El futuro artista se inclinó por Odontología y descubrió que en él habitaba un artesano de los moldes. “Me pedían hacer un diente, pero yo hacía figuras, una mano”, contó en una ocasión en un reportaje a Revista Gente.

Sin que su familia lo supiera, se anotó en el Conservatorio de Artes como carrera paralela. Los horarios de cursada no coincidían y por eso decidió abandonar la odontología. Al conocerse su decisión en la familia, su padre dejó de hablarle, mientras que su madre lo apoyó en secreto, con plata y afecto para que pueda avanzar. En ese contexto, apenas podía comprar un pasaje de tren a Once y un paquete de cigarrillos.

Después de cinco años en el conservatorio, el joven Gasalla obtuvo el diploma de Actor nacional y profesor de Arte Escénico. Con los años, irrumpiría en la televisión y en el teatro con el sello que lo posicionó en la actualidad como uno de los mejores humoristas argentinos. Fue en aquel tiempo del Conservatorio que Antonio cultivó y afianzó el vínculo con uno de sus compañeros de cursada, Carlos Perciavalle: juntos comenzaron a cranear los personajes que luego se convertirán en la arqueología del café concert.

Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle compusieron una dupla que reflejó el estado de ánimo de una sociedad reprimida por sucesivas dictaduras, que durante varios años buscó desamordazarse, riéndose de los mandatos sociales y políticos. Junto a Cipe Lincovsky, I Musicisti (etapa inicial de Les Luthiers) y Nacha Guevara, entre otros, hicieron del café concert un innovador ámbito de expresión cultural y todo un género de la época. El público era la clase media ilustrada, que levantaba como un emblema las historietas de Mafalda, los libros de Cortázar, el cine de Bergman y todas las corrientes estéticas y filosóficas recién llegadas al país de la Europa revolucionaria. Su espectáculo más exitoso fue Yo no…¿y usted?. Allí Gasalla y Perciavalle dieron piedra libre al humor más cáustico y a inolvidables monólogos que desnudaban el racismo social emboscados en las buenas maneras.

Este suceso fue tan grande que comenzaron a llegar las propuestas para hacer teatro, cine y televisión. En 1985 Gasalla protagonizó Esperando la Carroza, con el famoso personaje de Mamá Cora que luego trasladaría a la televisión como La Abuela. Pocos años después, en 1988 comienza su etapa televisiva con El mundo de Antonio Gasalla por ATC, donde a lo largo de trece años creó y dio vuelo a muchas de sus más célebres creaciones.

Un recorrido por sus personajes más recordados

Desde sus primeras incursiones en el mundo del espectáculo, Gasalla demostró un talento excepcional para encarnar una amplia gama de personajes, con interpretaciones cargadas de ingenio, creatividad y portadoras de un sentido del humor inteligente y mordaz. A continuación, recordamos algunos de sus personajes más queridos.

Mamá Cora
Interpretada magistralmente en la película Esperando la carroza (1985), Mamá Cora es un personaje que ha quedado grabado en la memoria colectiva de los argentinos. Esta mujer de 78 años, un tanto senil pero llena de carisma, protagoniza situaciones familiares hilarantes que revelan los problemas de convivencia y generan giros cómicos inolvidables.

La Abuela
Personaje inspirado en Mamá Cora, pero con un enfoque distinto, La Abuela es otro de los caracteres inolvidables de Gasalla. Esta anciana, menos inocente que su contraparte, sorprende con comentarios que incomodan a sus interlocutores, añadiendo un toque de humor irreverente en sus apariciones.

Flora, la empleada pública
La empleada pública es otra de las grandes caracterizaciones del actor; junto con La Abuela es de los personajes que realizó hasta el cierre de su carrera televisiva. Flora representa una parodia de los empleados estatales. Esta señora malhumorada maltrata permanentemente al público que se presenta en la institución en la que trabaja y nunca se la ve desarrollando una tarea concreta.

La Nena
Lorena, conocida como La Nena, es un personaje astuto, capaz de manipular y engañar para obtener lo que desea. Sus travesuras y su actitud desafiante generan situaciones disparatadas que ocasionan caos en su ámbito familiar.

Soledad Dolores Solari
Una mujer solitaria y deprimida con una relación conflictiva con su madre, Soledad Dolores Solari representa otro de los personajes emblemáticos de Gasalla. Su constante búsqueda de empleo, marcada por una serie de fracasos debido a las insólitas situaciones que se desarrollan en cada trabajo que consigue, ofrece un retrato tragicómico de la época.

Estos divertidos personajes son solo una muestra del talento y la versatilidad de Antonio Gasalla, cuyo humor políticamente incorrecto y sus magníficos guiones conquistaron durante décadas al público argentino. La invitación queda hecha para venir al CCK a disfrutar de la programación del ciclo Planeta Gasalla.

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