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Pensar la teología sin ropa interior

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En la tercera jornada de Nosotras Movemos el Mundo, se presentó la charla-debate Decentes nunca: teología, economía y género en Marcella Althaus-Reid”. Del intercambio de ideas, que tuvo lugar en la Sala Argentina, participaron Teresa Arijón, Esther Díaz, Fortunato Mallimaci, Iván Petrella y Juan Eduardo Bonnin. Acompañadxs por Franco Torchia, que ofició de moderador, nos acercaron el pensamiento, muy poco difundido, de la teóloga argentina fallecida en 2009.

El cierre de este enriquecedor encuentro estuvo a cargo de Moria Casán, quien cautivó y emocionó al público con la lectura performática de fragmentos del libro Teología indecente. Perversión teológica en el sexo, el género y la política, de Marcella Althaus-Reid.

El teólogo y filósofo Iván Petrella inauguró la ronda de reflexiones, destacando la ruptura que el pensamiento Althaus-Reid produjo con la teología de la liberación clásica, que históricamente ha puesto el foco en un cuerpo sufriente. Según su visión, la autora desarrolló un análisis más concreto de la corporalidad, poniéndole sexo y sexualidad a ese cuerpo. El cuerpo que sufre de sed y de hambre es también el cuerpo que siente placer; y ese placer no es uno e inmutable, sino que adquiere distintas formas y sentires. 

Althaus-Reid sacó de sus lugares de confort a la teología de la liberación clásica, a la teología feminista y a la teología queer, logrando combinarlas creativamente para conformar una teología queer, feminista y de la liberación, que no es una sumatoria de las partes sino una teología nueva, indecente. “Dios marica; Dios reinona; Dios lesbiana; Dios mujer heterosexual que no acepta las construcciones de heterosexualidad ideal; Dios ambivalente de difícil clasificación heterosexual”.

La poeta y traductora Teresa Arijón, quien realizó la traducción de Teología indecente, considera la publicación de este libro como un acto de justicia, porque es un soplo de aire fresco que permite repensar viejas ideas, cuestionar dogmas grabados a fuego y abrir nuevas posibilidades para la reflexión y la imaginación.

Para Arijón, “Marcella (Althaus-Reid) evoca una fragancia que es aroma de la teología de la liberación de las mujeres. El olor a sexo y a limones en las calles de Buenos Aires, perfumes que emanaban de las vendedoras indígenas, sobrevivientes de una de las mayores destrucciones que comenzó con la conquista de América en 1492. Esas mujeres que ofrecían sus limones redondos y amarillos, sentadas durante largas horas bajo el sol, en las veredas del sur porteño a fines de los años 60, tenían una peculiaridad escandalosa: no usaban bombacha”. Así, nos cuenta que la teóloga argentina establece un paralelo entre ella misma y la vendedora de limones, porque ambas tienen en común siglos de opresión patriarcal bajo la mixtura latinoamericana de clericalismo, militarismo y autoritarismo.

Este año nuestro país cumple 40 años ininterrumpidos de democracia, y en esta edición de Nosotras Movemos el Mundo no podía faltar el análisis que Althaus-Reid realiza respecto al Terrorismo de Estado:

“La narrativa del castigo corporal de los santos era una pedagogía divina para comprender la realidad. Vi el corazón de la gente atravesado por las espadas del hambre, la represión política y la injusticia económica. Las prácticas sadomasoquistas del Terrorismo de Estado aliado con la Iglesia se me antojaban tortura y formas infinitas del dolor infligido al pueblo. Yo misma, aún muy joven, acabé en el hospital por la desnutrición provocada por las condiciones de pobreza en que vivía, lo acepté resignándome a la sadista política económica de mi país, que contaba con la bendición espiritual y el apoyo de la institución eclesiástica. He ahí la espiritualidad del sadismo político”.

El lingüista e investigador Juan Eduardo Bonnin tomó la palabra para adentrarnos nuevamente en la discusión que la autora mantiene con la teología de la liberación clásica, a la que califica como “teología con la ropa puesta”, “teología decente”, porque establece un discurso que no puede sintonizar con la sensibilidad erótica y sexual y no puede despegarse de las construcciones ideológicas del aparato represivo que implica la institución eclesiástica. La sexualidad queda borrada por completo del discurso teológico de la liberación, como si la liberación sexual se opusiera y obstaculizara la liberación política.

A su turno, la filósofa Esther Díaz se preguntó: ¿quién se atreve a levantarle la pollera a esta Virgen María latinoamericana que es blanca, rica y no camina?

Althaus-Reid se anima porque quiere descubrir qué hay debajo de esa pollera. El avance de los feminismos nos permitió tomar conciencia de que hemos vivido siglos bajo una religión machista y patriarcal. Este machismo implícito en la concepción cristiana del mundo se advierte claramente en la negación del sexo presente en la idealización de esta mujer virgen que concibió un hijo. “(La Virgen) María no es histórica, sino un símbolo religioso en la historia de la opresión de que han sido objeto las mujeres”.

Hacia el final, el sociólogo Fortunato Mallimaci rescató el planteo de Althaus-Reid acerca de la importancia de la sexualidad, la teología y las creencias religiosas para conocer el mundo social, político y económico. En este sentido, consideró que el libro apela a la constitución de ciencias sociales y humanas indecentes, de feminismos indecentes y de teologías indecentes: “el sujeto económico es un sujeto erótico. Cuestionar el orden económico es cuestionar el orden cristiano y cuestionar el orden cristiano es cuestionar el orden económico. Un postulado básico para Althaus-Reid es que todas las teorías políticas son teorías sexuales con marcos de apoyo teológicos”.

Mallimaci resaltó el lugar de la sospecha en el pensamiento Althaus-Reid, la necesidad de generar un círculo hermenéutico de sospecha para disputar la hegemonía al patriarcado. Sospechar de los grupos dominantes económicos, religiosos, mediáticos, que construyen lo sagrado. Sin justicia, sin solidaridad y sin placer sexual es difícil construir una sociedad distinta. El placer no es un problema exclusivo de la teología, los poderes dominantes no lo quieren presente porque el placer forma parte de una trilogía con la solidaridad y la justicia.

Una gran artista popular estuvo a cargo del cierre del encuentro. Visiblemente emocionada, ante un público que la recibió con enorme admiración y cariño, Moría Casán entró en escena montada como una virgen drag. Con su imponente figura envuelta en un intenso negro, corset de cuero, capucha cubriendo su largo y oscuro cabello y tacos de treinta centímetros, la más indecente y desobediente de todas nos regaló la lectura performática de fragmentos de la obra de Althaus-Reid.

“Las mujeres necesitan subvertir los sistemas políticos cuya definición de decencia contraviene su placer”.

Con los labios pintados de un rojo furioso, la boca sensual e incorrecta de Moria emitió una voz quebrada por la emoción. Dueña de una pasión arrolladora, Moria Casán nos deslumbró con su lectura indecente.

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