|

Pasos para despertar a una ciudad

Literatura, Noticias, Proyectos Especiales

En el primer fin de semana del Festival Poesía Ya!, la poesía se hizo caminata y recorrido de memoria e historia, del Centro Cultural Kirchner a la Plaza de Mayo y el Cabildo. Por Javiel Fernández Pérez


Es media tarde del primer domingo de febrero en Buenos Aires. En los bajos del Centro Cultural Kirchner, la gente se reúne en nombre de la poesía para abstraerse de una ciudad que, a ratos, parece querer escribir historias sobre ellos sin consultarles mucho.

La gente ha venido, por un instante, a tomar el lápiz para rimar esquinas y llenar las plazas de metáforas; para construir esa “utopía poética democrática” a la que invita el profesor Martín Seijo y su equipo de la Compañía de Funciones Patrióticas: “para reescribir sobre una ciudad que se ha vuelto muy literal, que a veces carece de pensamiento poético y sentimiento”.

Cuatro voluntarias ya desafían la hoja en blanco: al final del paseo tendrán que leer sus poemas bajo la consiga “Oda a la democracia”. Unos escriben y otros escuchan mientras se bifurcan los límites entre los poetas y los lectores de poesía que llevan dentro, un espacio creativo fertilizado por el Festival Internacional ¡Poesía Ya! en su edición 2023.

Los pasos guían hasta la estatua de la patriota Juana Azurduy y la voz colectiva arranca de la piedra los versos de Félix Luna:

Oigo tu voz
más allá de Jujuy
y tu galope audaz,
Doña Juana Azurduy.

Me enamora la Patria en agraz,
desvelada recorro su faz.
El español no pasará:
con mujeres tendrá que pelear.

Con jovialidad infantil cruzamos el primer paso peatonal mientras una cantora defiende con todo el pecho lo mucho de poesía que hay en el tango y los acordes de una guitarra nos habitan para despertar toda la poesía que nos sobrevive dentro.

Una parada para el descanso en la escalinata del Banco de la Nación Argentina, a un costado de Casa Rosada entrando a Plaza de Mayo. “¡Apúrense, por favor!” es el grito que llama a parte del crecido grupo que ha quedado detrás. Y el alarido, por aquello de las metáforas y las imágenes poéticas, parece sacudir el interior de varios edificios alrededor de la plaza.

Caminamos y suena Spinetta:

Se van en invierno,
vuelven en verano,
las golondrinas
de Plaza de Mayo.

Y si las observas
comprenderás que solo vuelan
en libertad.

Pirámide de Mayo, parada obligada: demasiada poesía resistente sobre estas losas. Una mujer lleva un pañuelo blanco a su cabeza y la voz colectiva salta en ronda desde la memoria en los Cantares de las Madres de Plaza de Mayo de Pedro Orgambide:

—Circulen— dijo el policía
y ellas comenzaron a marchar ese jueves
como las gallinas ciegas en la ronda
o los pájaros del sur en el remolino del verano

—Circulen— dijo
y no supo que impulsaba una danza sin fin
un círculo de amor sobre la muerte
una sortija de bodas con el tiempo
un anillo sobre su propio cuello.

Caminamos al Museo Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo: la gente arranca los poemas que el colectivo de creación Corta la Brocha colgó en varios puntos de la travesía y se los lleva a los bolsillos como amuletos para enfrentar días mejores o peores.

En el balcón del Cabildo, con la vista privilegiada de Plaza de Mayo a nuestros pies y la enorme bandera que siempre emociona como la primera vez, las poetas comienzan a leer sus versos construidos durante el recorrido:

La democracia es poder
hacer poesía en la calle...

Cuando las emociones se salen
del paréntesis, ¿qué hacen?
Revolución…

El grupo se dispersa. Cada uno carga ahora un lápiz y la mirada en un vértice del horizonte como guía para seguir trazando ese polígono invulnerable a la literalidad de una ciudad que quiere escribir sobre nosotros, a veces, sin consultarnos. La tarde del primer domingo de febrero en Buenos Aires ya es historia, ya es poesía.



Conseguí tu entrada

RESERVAR

Suscribite a nuestro newsletter