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“Nosotres, les otres rares de la patria”, por Vanina Escales

Debates, Ey, Patria mía

¿Desde y hacia dónde pensamos la patria?

En el podcast Ey, Patria mía, diversos artistas, pensadores, militantes e investigadores son entrevistados por el historiador Javier Trímboli para pensar y discutir respecto al devenir histórico y futuro de lo nacional, sus derivas y sus límites.

En esta ocasión, la periodista y ensayista Vanina Escales recorre los diversos afluentes de pensar la patria. A partir de los testimonios e interrogantes que invitados e invitadas de Ey, Patria mía fueron abriendo, Escales discurre sobre aquello que atraviesa el pensar lo común. ¿Desde dónde y hacia dónde pensamos la patria?

 

“Nosotres, les otres rares de la patria”, por Vanina Escales

—oíd lo que se oye. oíd
lo que se oye.
—oímos la libertad de lo unido o su gloria o lo roto
que se rompe o une, el ruido de la identidad unida que
se abre rota. lo mortal.
oímos en el ruido el grito.

Seol, Leónidas Lamborghini

 

La pregunta por la patria, en una torsión de la frase de Belgrano “Ay, Patria mía” por el ¡Ey! interpelador e inclusivo, es una invitación a fugar del aislamiento e irse por las ramas del país de los afectos para ensayar nuevas definiciones. Sobre ese ay de Belgrano, que parece un lamento, Sergio Raimondi dice lo que podría ser un mantra: no se vuelvan de mármol las palabras atravesadas por la coyuntura. Y es que esta invocación al prócer recuerda que en el origen de la patria hay conflicto, tensión, barro e incertidumbre, como puede haber ahora. Por eso, para Raimondi, Belgrano permite evitar cualquier posición esencialista sobre el pasado: ni condenados, ni determinados.

Si definir la patria fuera fácil, alcanzaría un solo episodio del podcast Ey, Patria mía. Pero no lo es. Podrían multiplicarse los primeros diecisiete episodios varias veces y seguirían surgiendo nuevos hilos en la trama. Y esto porque participamos afectivamente de una idea propia de patria que tiene como afluentes una narración histórica -ya sea que la aceptemos o la cuestionemos- y un suelo compartido -con límites también lábiles. Y es una idea propia que se construye en escenas colectivas, como la unión de las voces que entonan una canción. Para Esteban Buch en esa voz colectiva se expresa la democracia misma. Pero, ¿qué ocurre cuando una dictadura toma un símbolo común como emblema? ¿Podemos entender nuestra historia en la historia de sus símbolos? La patria, más que un significante vacío es un significante repleto, dice Julio Vezub.

Si la patria es el otro, ¿hasta dónde llega esa otredad que debe alcanzar la patria, qué actos fundacionales hacen una patria diversa? Ese otro debe ser entendido no desde una hegemonía que selecciona sino desde el reino de los raros que es la igualdad en la democracia, como diría Diego Tatián. La igualdad como una posición radical, anti jerárquica, instituyente de la democracia. Igualdad como “irrupción de un régimen de signos que sustrae la vida visible de la jerarquía, la dominación, el desdén, el desconocimiento, la indiferencia o el destino en tanto efectos de la desigualdad”.

Por eso el episodio de Marlene Wayar es uno de los más destacados de todo el ciclo, por su relación directa y vivencial con los actos fundacionales en donde se comprueba eso de que la democracia es teoría y práctica de una igualdad libertaria. Marlene se pregunta qué hacía ella y muchas compañeras travestis en la fila para despedir los restos del expresidente Néstor Kirchner, por qué estaban tristes. Y es que se trataba de la primera vez que alguien en representación del Estado las había abrazado, que hablaba en nombre de una patria que incluía a todes, a partir del impulso de dos leyes: matrimonio igualitario e identidad de género. Flavio Rapisardi llama a ese Estado, uno que puede amar, que hace de la vida en abundancia el signo de su práctica. Si la patria como modo de habitar se institucionaliza en el Estado -dice-, entonces debe poder cobijar formas de vidas más amables.

Y si hablamos de una patria de iguales diferentes, ¿por qué la imaginación gira la cabeza hacia la jerarquía? Marta Dillon propone repensar la familia y rechaza la raíz que une patria con patriarcado. Pero ya sea que digamos patria o matria no dejamos de remitir a una estructura familiar. Es decir, recién al deshacer la etimología de la xatria podemos ver a nuestrxs antepasadxs no ya en posiciones de poder sino de igualdad y ver el suelo que habitamos y nuestro futuro sujetos a acciones que instituyan nuevas libertades. Esto, si en lugar de disputar los sentidos y los símbolos de la patria, pensamos nuevas preguntas para hacer, como propone Julio Vezub.

 

Atravesadxs por la historia

En cada episodio de Ey, Patria mía podemos notar que la pregunta por la patria reverdece en coyunturas específicas y su sentido está condicionado por ellas. Ser joven en 2001 o haber vivido la Guerra de Malvinas o una infancia durante la última dictadura cívico-militar hacen que la relación con la idea de patria sea completamente distinta.

María Coronel se angustiaba cuando escuchaba la marcha de Malvinas -su mamá está desaparecida y su padre fue asesinado por el terrorismo de Estado- y recién la versión del himno nacional de Charly García despojó en ella la idea de marcialidad con la que lo asociaba. Pero antes, cuando entendió que sus padres luchaban por transformar la patria asumió como propio ese legado y comenzó a militar. Muchos de quienes tuvieron su vivencia primera de la patria durante la dictadura, en la escuela, la asocian con un plan autoritario. Alejandro Kaufman señala que el genocidio también se hizo en nombre de la patria. Sin embargo, la patria aparece como un bajo continuo al que no escuchamos demasiado, no prestamos atención, pero que marca la experiencia.

La patria sin justicia y con el eco de la dictadura está atravesada por el dolor, el desencuentro, la expulsión. Marta Dillon encuentra recién una noción de pertenencia en las luchas por los derechos humanos de la agrupación H.I.J.O.S. Es ahí cuando, a través de la construcción de la justicia por medio de la acción directa, como un golpe constante al muro de la impunidad, contribuyen junto con otres a la reapertura de los juicios por los crímenes del terrorismo de Estado. Son esas voces, entramados y testimonios que funcionan como cobijo, como patria común.

Para Ana Julia Ramírez, en 2001 se reeditan los sentidos de la patria y, sobre todo, a partir de 2005. Es en ese momento cuando esos sentidos se articulan y reconectan con el Estado de un modo que se traduce en políticas. Las banderas pasan a tener una potencia colectiva, comunitaria, ligadas a luchas.

La crisis de los productores agropecuarios con el Estado en 2008 modificó para Adriano Peirone cómo venía pensando tanto el Estado, como la patria y lo popular, con mayor distancia de la impronta autonomista antiestatal que había dejado el 2001. La necesidad de un Estado con disposición a la escucha, de atención a los imaginarios populares que puedan afianzar procesos de sentido. Un Estado que pueda abordar los planteos y las construcciones políticas más decididas de los últimos tiempos como las ligadas a los indigenismos, feminismos, ecologismos. Un Estado que recoja las experiencias de la sociedad organizada en diferentes instancias -incluida la tencológica-, los saberes de los movimientos sociales, de la economía popular. Un Estado que asuma una posición de no saber.

La palabra patria, para algunas generaciones produce sospechas, porque también es reclamada por sectores antagónicos. Juran por la patria los movimientos populares, las izquierdas nacionales, las derechas y el liberalismo. Juran lxs niñxs de 9 años en las escuelas, ¿con quién es ese pacto?

 

La patria ideologizada

Graciela Swiderski remonta hasta el origen del primer archivo nacional y cuenta cómo fue puesto al servicio de la construcción del Estado-nación. Por un lado para delinear el territorio. Pero por otro, el primer problema a sortear fue el de la identidad, qué nos hacía ser argentinos y por qué éramos distintos de otros pueblos que habían formado parte del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Esa distinción y, sobre todo, la distancia con Latinoamérica es un problema planteado en varios episodios y sobrevuela la frase de Jorge Abelardo Ramos: “somos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos”

Alberdi aparece en la voz de Javier Trímboli con una definición sobre la patria en Bases: “Recordemos a nuestro pueblo que la patria no es el suelo. Tenemos suelo hace tres siglos, y sólo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad, es el orden, la riqueza, la civilización organizados en el suelo nativo, bajo su enseña y en su nombre. Pues bien; esto se nos ha traído por Europa: es decir, Europa nos ha traído la noción del orden, la ciencia de la libertad, el arte de la riqueza, los principios de la civilización cristiana. Europa, pues, nos ha traído la patria, si agregamos que nos trajo hasta la población, que constituye el personal y el cuerpo de la patria”. Pero aunque la patria aparezca como un producto de importación, para Raimondi no es inactual. Es una operación de traducción local, de reinvención de eso de afuera que se ordena.

Frente a esa frase, Raimondi propone una traducción en otro Alberdi, el que dice “los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen”. Es decir, un liberalismo cada vez más idealista, cada vez más desentendido de las cualidades específicas de nuestro territorio. Y el punto de inflexión de esa negación de la realidad es el surgimiento del peronismo y la imposibilidad del liberalismo de incorporarlo para pensar. El peronismo es primero un antiplatonismo.

¿La patria remite a lo nacional y lo popular? Julia Rosemberg dice que es una de sus entonaciones posibles. Spregelburd se pregunta qué es lo popular, desde un lugar de incomodidad. Para Vezub se trata de un enclave que aplana la diversidad, hace de lo heterogéneo un mapa homogéneo y organiza verticalmente una sociedad.

Entonces qué agenda tiene la patria. La de las autonomías, las diversidades, la de los derechos humanos, la de los lazos que puedan darse al margen del estadocentrismo, con nexos, dice Vezub, transfronterizos o transnacionales. A Raimondi en una línea afín le interesa una patria donde también esté incluida la tradición anarquista, la pluralidad de lenguas, la contingencia y la incertidumbre como posibilidad.

 

La patria en los afectos

Una idea de patria: ese sitio en el que se sitúan tus amigos y tus seres queridos. Lo dice Spregelburd. Una nostredad, una empatía social, va a decir Wayar. Mariú Carrera no piensa en la patria por fuera de las personas, está encarnada y muchas veces se revela con la voluntad de volver a ponerse de pie. Es una memoria, un pasado que alimenta, vive, genera y da porvenir. El desafío, sin embargo, es cómo convivir con perspectivas opuestas de patria, con la alteridad absoluta que, invocando el mismo significante, tiene dimensiones que nos resultan espantosas.

La ciudadanía tiene algo pero poco que ver con la patria. En el territorio habitan, trabajan y quieren no solo argentinxs, sino extranjerxs y de naciones originarias. Julia Mengolini recuerda cuando en un mundial de fútbol se debían enfrentar Argentina e Italia y su hermana hizo una pregunta decisiva a su papá italiano: quién querés que gane. La respuesta se vivió con suspenso porque involucraba una definición sobre el amor al país elegido, que era el país de las hijas.

Para Esteban Buch la idea de nosotros es una manera de pensar el tiempo histórico. La idea de la Argentina como comunidad, nación, patria en una continuidad de lo que somos, éramos, de los que seremos. Y en la voz colectiva que dice nosotrxs vemos expresarse la democracia misma, con una polifonía interna, con géneros y colores diferentes. Aún más, no solo argentino, sino un nosotrxs latinoamericano y un nosotrxs utópico con otras especies que también están en el planeta Tierra. Un nosotrxs donde lo humano resuene como cuando se dice derechos humanos y también en los seres vivientes, porque la patria sin pensar el futuro de la humanidad no existe.

Lo que me ofuscaba de cantar el himno -dice Buch- es que los militares de la dictadura se habían robado el repertorio de los afectos escolares en relación con todo lo que es la patria. Porque cantar es primero poner en juego los afectos, no tanto la letra de lo contado, sino un modo de decir las cosas que tiene que ver con el corazón. La idea de cantar de forma colectiva es una manera de conectar lo que sienten los individuos con una afectividad compartida.

 

La naturaleza, madre patria

Pasó mucho tiempo desde las primeras noticias sobre calentamiento global y contaminación, desde que el modelo de producción neoliberal se reveló depredatorio y peligroso para la vida. En tiempos pandémicos, todo parece lejano, como los incendios en el Amazonas o en Australia. Bruno Rodríguez plantea cómo pensar la patria cuando lo urgente demanda ignorar fronteras. La naturaleza en riesgo, las fumigaciones con agrotóxicos, la amenaza a la biodiversidad, el lobby de la agroindustria que impide leyes -como la de humedales- imponen remitirnos a una soberanía mayor, vasta como el planeta.

Maristella Svampa tiene un programa y lo explica en el episodio 8. Con conceptos pergeñados al calor de las luchas feministas, indigenistas y ecologistas articula una idea de patria latinoamericana. Y propone una agenda en términos de pacto ecosocial que reconozca los derechos de la naturaleza, la ética del cuidado como base de la sociedad, la agroecología como otro modo de habitar los territorios y de consumir los alimentos, e ingreso universal ciudadano.

Ser joven es circunstancial, pero también es tener más futuro. Ver cómo referentes de Estado o empresarios apuestan las condiciones de vida presentes y futuras, que ni siquiera van a vivir, hizo que les jóvenes se planten desde el movimiento ambientalista. La irrupción del sujeto político joven en el escenario de la militancia ambiental -dice Bruno Rodríguez- se produce a partir del reconocimiento de que la crisis climática y ecológica es un asunto de derechos humanos, de justicia social y relacionado con la soberanía territorial de los pueblos.

Estamos en un estado de emergencia ambiental que demanda acciones en el presente, porque la crisis que se anunciaba hace años ya llegó. La juventud conjuga aquí los límites de la patria aboliéndolos y se suma a una lucha liderada principal e históricamente por los pueblos originarios de latinoamérica.

 

La lengua y lo nacional

¿Qué es lo común? Sergio Raimondi dice: damos por hecho que compartimos una lengua, pero hay muchas lenguas en la patria. Y pregunta que hacemos no ya con el portugués -algo que preocupaba a Ángel Rama en un proyecto latinoamericano- sino con el mapuche, el quechua, el aymara. ¿Cómo la patria incorpora lo plural? ¿Cómo se habita políticamente el lenguaje?

En momentos en que parece preocupar menos la desigualdad de los pueblos originarios que los alambrados sobre tierras ancestrales, Marlene Wayar remite a los debates que se dieron sobre la inclusión de la palabra plurinacional al Encuentro (Pluri)nacional de Mujeres, Lesbianas, Bisexuales, Travestis, Trans y No Binaries. E incluso allí encontramos resistencias coloniales a reconocer las naciones indígenas como parte de la patria.

El lenguaje no binario da protagonismo a la lengua, la hace coyuntural, política, para todes. Seguramente cambiemos la patria desde el lenguaje, en una dialéctica multicolor, donde el lastre universal y masculino vaya quedando atrás, lejos de las palabras y las cosas. La patria, entonces, como una larga conversación por lo común, en donde el desacuerdo es posible, la agenda es abierta y todes deberíamos ser bienvenides.

 

Acerca de Ey, Patria mía

Ey, Patria mía es un podcast del Centro Cultural Kirchner que inició a partir de la figura de Manuel Belgrano y su huella en la historia para abrir interrogantes hacia nuevos presentes y futuros posibles. Presentados por el historiador Javier Trímboli, artistas, pensadores, militantes e investigadores discuten, reflexionan y actualizan el devenir histórico y futuro de lo nacional, sus implicancias y límites.

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