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“No me olvides”: poesía y memoria

Literatura

En este Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, cuatro poetas contemporáneos (Ángela Urondo Raboy, Daniel Quintero, Laura Bravo y Omar Álvarez) traen la memoria cercana, familiar y política de un estado colectivo a través de sus poemas. Los reúne un legado, que el terror quiso y no logró eliminar, el legado de aquellos poetas que escribían la vida y poetizaban sus acciones. “No me olvides” es un conjuro poético de la memoria activa.

 

Prólogo

El ejercicio de la memoria: al volver la vista atrás se descubren fantasmas de gente como una niebla interminable hasta donde nuestros ojos alcanzan. Hijos e hijas de una tierra a quienes ya no les contarán un cuento antes de ir a dormir. No en vano la primera línea de fuego en un combate se denomina infantería. Los dueños del poder llevan a cabo la matanza de lxs hijxs. La última dictadura cívico militar argentina fue un punto alto del filicidio. ¿Qué hacer con esta montaña de huesos? Lxs poetxs aquí presentadxs, representantes de otrxs tantxs, recibieron el legado de aquellxs que ni el terror ni su corte de asesinos lograron acallar. La palabra horada la niebla, no olvida y susurra como un río: nunca más. 

Jorge Hardmeier

 


Los salvajes (Ángela Urondo Raboy)

Una hembra joven acaba de parir dos críos
bajo la sombra de un nombre falso.

Los salvajes hacen el amor
con el instinto alerta, como animales.
La vida puede terminar hoy o mañana
a la vuelta de la esquina.

Quién cantará tu nombre.
Quién acudirá al encuentro.

Habrá que levantar a los chicos
con cuidado que no se rompan.
Darles de comer, bañarlos
y llevarlos a la escuela. Allí estarán bien
hasta que toque el timbre de salida.

¿Quién los cuidará cuando nadie los pase a buscar?

¿Quién descubrirá la luz que hay en ellos?
Habrá maestras, directivos de escuela.

Habrá policías, juez de menores y secretario tutelar.

Habrá voces severas, reglas estrictas. Habrá otros niños.

Habrá baños fríos, luces blancas y drogas para adormecer.

¿Quién podrá comprender todo esto? ¿Cuál será el sentido?

Los autos atravesados, los brillos metálicos asomados por las ventanillas.
Los cuerpos latentes, íntegros.
El ruido que los va desarmando.
¿Quién cantará un feliz cumpleaños?
¿Qué será de tus ojos y de tus pechos lactarios?
Jugos agrios, deshechos de la historia.
Cuantas fuerzas serán necesarias.

Cuál será la condena.
Qué será del aire. Qué será del viento

cuando caigas.
Sonará un tambor.

Una chicharra sorda. Un grito atroz.
No habrá miedo en la garganta. No habrá rendición.
Volarás en caída libre. Nadarás

hasta devenir. Lloverás,

serás agua sobre nosotros.
Nos encontraremos
cubiertos. Bailarás.
Volverás a casa
en la memoria.
Volveremos. 


Noción de práctica frecuente (Daniel Quintero)

Cada tanto este país
necesita huesos con qué alimentarse
por eso tapa sus fosas
quema sus naves
vende las joyas de la abuela.
Cada tanto remueve demasiado la tierra
levanta mucho polvo
ni se ve la punta de su propio horizonte.
Este país se alimenta de esos huesos enterrados
los tiene escondidos como un perro
que en la angurria niega a su jauría.
Selecciona su memoria
es un espejo fracturado de sí mismo
cada trozo es un recuerdo
hecho a la imagen de su frustración.
Pero llegará el día
en que una lluvia semejante lavará la tierra
desenterrará toda esa osamenta
la historia volverá
a retomar la superficie verdadera
su marca cierta
su ternura inagotable.
Este país acostumbrado al odio y la mentira
tendrá que responsar su propio obituario.
“Aquí está enterrado un viejo país que maltrató a su pueblo”.


La pasión según Alicia (Laura Bravo)

A Alicia Eguren

a veces oveja
a veces incienso
a veces
cuentas de nácar

el pequeño dios
la filigrana del cabello prieto
horquilla de alambre
pinche de espino
voluta de spray

en las cocinas
mujeres
bordan
tras las persianas

desde las casas
hombres
corren
hacia las fábricas

en las piezas
niños y niñas
duermen
en sus pijamas

y las fauces del mundo
y sus degluciones
y los manteles tendidos
en otros altares
te eventrarán
leerán tu futuro

lejos la estupenda playa
donde vestiste fajina
lejos el soberbio sol
que rodeó tu cuerpo

serás
cáliz henchido en agua
rezo en cuclillas
estigma en las palmas 

el pequeño dios
te hablará en clave
te asirá al madero
te hará sentir
otra vez
todo su peso
en la espalda


Cini (Omar Álvarez)

a Lucina Álvarez, poeta desaparecida en 1976

De allende los mares,
como una luz chiquita que centelleaba caminos,
con los viejos viniste.

Después,
alumbraste la palabra
para que bailara con el corazón y el pensamiento.
Entonces yo crecía. 

Y ahora que no estás,
de este lado de las montañas y los ríos,
el hierro, el asfalto, el colectivo,
como un fuego que enciende chispitas,
como una alucinación que dispara recuerdos y ojalás,
no te vas.
Ya no más.

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