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León Ferrari, la experimentación incesante

Artes Visuales

Un acercamiento a la vida y obra de uno de los artistas más significativos del siglo XX, que pone el foco en algunas de sus creaciones exhibidas en el Centro Cultural Kirchner. Por Rita Zampardi


El 3 de septiembre de 1920 nace en la ciudad de Buenos Aires León Ferrari. Sus inicios como artista pueden encontrarse ya entre 1946 y 1947, en los primeros retratos que realiza a su pareja Alicia. A partir de allí, entre viajes a Italia, Argentina y Brasil, produce una amplia cantidad de obras, aproximadamente 10.000, hechas con diversos materiales y técnicas, pero siempre con una impronta crítica y provocadora que reflexiona acerca de su presente. Artista autodidacta y multifacético, a lo largo de toda su carrera Ferrari trabaja con elementos como el yeso, la madera, el cemento y el alambre, pasando por piezas hechas con fotocopias, heliografías, collages en papel y videotextos. En 1954 inaugura su primera exhibición individual en Milán. Por esos años, ya había incursionado en las esculturas de cerámica, y entre 1959 y 1960, de vuelta en su país natal, produce tallas en madera y estructuras de alambre.

Durante su segundo viaje a Italia, en 1962, León Ferrari realiza su primera escritura abstracta, una serie que continuará desarrollando por el resto de su vida. En la exposición Qué cosa, la poesía visual? se encuentran varias obras que forman parte de estas exploraciones. Denominadas por su autor como “escritos ininteligibles”, representan su incesante experimentación con la escritura: los trazos se deforman y las palabras se expanden produciendo distintos acentos y orientaciones. Por otro lado, la línea recta que normalmente los renglones respetan cambia por completo de forma y dirección: puede subir, bajar, serpentear, o explorar caminos inesperados. El cruce de trazos genera figuras que se asemejan a letras y pueden convertirse en puntos de inflexión para la desviación de la línea. Estas escrituras en tinta negra presentan una composición laberíntica de líneas, figuras geométricas, trazos espontáneos, caligrafías inventadas y un amplio abanico de siluetas que proponen un quiebre en la conceptualización de la escritura tradicional. De esta manera, Ferrari propone una escritura encriptada que revela las posibilidades infinitas de la escritura, e incursiona en la poesía visual.

Después de denunciar las violencias ejercidas por la dictadura militar a través de una recopilación de noticias publicadas bajo el nombre Nosotros no sabíamos, en 1976 Ferrari abandona el país, y se exilia en São Paulo, Brasil. Estimulado por las influencias de artistas emergentes brasileros, en una ciudad que se estaba convirtiendo en un núcleo creativo y exploratorio de técnicas y formatos como la litografía, el arte postal, el videotexto, la fotocopia, realiza sus primeras heliografías de planos, donde hace uso del Letraset, una técnica barata utilizada desde los años cincuenta por diseñadores gráficos. En la exposición Escenas contemporáneas. Recorridos por la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Arte argentino 1960-2001 podemos encontrar dos de sus obras que hacen uso de esta técnica: Camas (1982, heliografía 95 x 113 cm. inv. 10654) y Autopista del Sur (1980, heliografía, 100 x 100 cm inv. 10641).

Incluidas en una amplia serie de heliografías, estas obras experimentales revelan una concepción nueva de la obra de arte. De hecho, a diferencia de la concepción clásica, en el que la obra se define en parte por su unicidad, en este caso Ferrari realiza cientos de copias sin numerar. Muchas de ellas fueron donadas o vendidas a precios simbólicos a distintos museos con el fin de aumentar su difusión. Lo innovador no radica solo en la manera en que la obra se transforma en un objeto reproducible al infinito, sino también en cómo el artista se relaciona con ella una vez terminada. De este modo, el arte adquiere un carácter democratizador, de acceso ilimitado, y se desprende del estatus de obra artística tradicional validado hasta ese entonces.

Otra herramienta de distribución que Ferrari utilizó fue plegar los planos reproducidos y enviarlos por correo postal, evidenciando aún más su interés por hacer circular sus ideas. En su despliegue en São Paulo, dialoga con artistas brasileros como Regina Silveira, Julio Plaza y Alex Fleming, quienes también estaban trabajando con medios de reproducción mecánica. A través de este método, el artista organiza sus propias historias, que, si bien tienen una lectura muchas veces complicada, también están teñidas de pinceladas de humor e ironía. Ferrari se inspira en el fervor, la locura y el caos que habita en las grandes ciudades. En este intento de representar la vida moderna, estas arquitecturas de la locura dan cuenta del comportamiento caótico de las metrópolis, habitadas por personas anónimas, acechadas por el tránsito y atravesadas por las relaciones complejas entre locura y orden.

Las heliografías forman parte de una crítica que el artista realiza en contra de los discursos normalizadores del poder político y los parámetros de orden que estos establecen. Sin embargo, en una entrevista hecha por Vicente Zito Lema, Ferrari admite: “No me guía el propósito de significar algo definido; quien se enfrenta a estas obras es libre para establecer asociaciones y darles la interpretación que considere más correcta. Personalmente, cuando las veo terminadas, mi propia interpretación, que no limita ni excluye otras, es que estas obras expresan lo absurdo de la sociedad actual, esa suerte de locura cotidiana necesaria para que todo parezca normal”. Su heliografía Autopista del sur lleva el mismo nombre que el cuento de Julio Cortázar, que relata un embotellamiento que obliga a un grupo de personas a quedarse meses estancadas en la ruta. La crítica irónica de la vida urbana del relato del escritor puede verse también en la obra del artista plástico, que representa una ruta infinita en forma de espiral sin principio ni fin.

Cuando se restablece la democracia en nuestro país, León Ferrari vuelve a Buenos Aires y en 1984 participa en las exposiciones colectivas Artistas en papel y libros. En esos mismos años, retoma el tema político-religioso con collages e ilustraciones de la Biblia, en los que suma la iconografía católica, la erótica oriental e imágenes contemporáneas. A medida que el final del siglo XX se acerca, la visibilidad de su obra crece exponencialmente, así como su productividad y las polémicas que despierta. Su trabajó alcanza reconocimiento internacional y, con 87 años de edad, Ferrari empieza un nuevo período de experimentación con elementos no convencionales en el mundo del arte. Este anhelo innovador desemboca en el descubrimiento y utilización de la espuma de poliuretano para nuevas esculturas. Es a través de un hallazgo azaroso que el artista encuentra dicho material, original y extravagante, con el que realiza el conjunto de músicos exhibidos en la planta baja del Centro Cultural Kirchner, en el marco de la exposición Proyecto Homenajes.

En estas nuevas esculturas, creadas alrededor de los años 2006 y 2007, Ferrari trabaja por agregación. Si bien la espuma de poliuretano es un material utilizado para la construcción, le brinda a Los músicos un carácter expresivo y singular. En un movimiento de expansión y condensación, configura una especie de piel, una forma con una silueta poco definida, que se escapa a los límites clásicos de la representación humana. Sin embargo, escondida bajo un aspecto desordenado y espontáneo, se puede reconocer fácilmente una figura antropomorfa.

El sociólogo e historiador del arte Bengt Oldenburg escribe: “Estos músicos, estas espectadoras, coloreadas y multifacéticos ¿a qué nos remiten en esta variante del perenne disfraz de la figura? Es difícil no pensar en seres mutilados, en los cuerpos de las víctimas de Hiroshima, en el napalm; una carne expuesta del revés, en cuerpos que han sufrido una mutilación gracias a un horrendo protocolo previo, propio de la modernidad”. Siguiendo la interpretación de Oldenburg, Los músicos condensa el carácter de León Ferrari, un artista que por medio de su obra realiza una profunda crítica a las guerras, la religión y a todas las formas de intolerancia. Su gran sensibilidad social atraviesa toda su producción, que, a lo largo de las décadas, denunció con originalidad e ingenio diversas injusticias sociales. Cinco de estas esculturas musicales –Trompeta, Clarinete, Violín, Tambor, Trompeta se despliegan en uno de los salones de la planta baja del Kirchner, bajo los reflejos del gran techo de vitraux. Los colores estridentes de los músicos resaltan sobre las paredes del antiguo Palacio de Correos e invitan a la comunidad a detenerse para mirar de cerca las esculturas de un protagonista insoslayable del arte argentino del siglo XX (y comienzos del XXI).


Las exhibiciones del Centro Cultural Kirchner en las que actualmente pueden verse obras de León Ferrari son: Proyecto Homenajes, en la planta baja (Los músicos); Qué cosa, la poesía visual?, en el sexto piso (“escritos ininteligibles”); y Escenas contemporáneas. Recorridos por la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Arte argentino 1960-2001, en La Gran Lámpara (heliografías). Todas pueden visitarse de miércoles a domingos, de 14 a 20 h.

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