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Las promesas de la Revolución en Salta

Debates

A 201 años de la muerte de Martín Miguel de Güemes, la historiadora Sara Emilia Mata ofrece una reflexión sobre su figura y la importancia de su participación en la independencia americana.

Sara Emilia Mata es investigadora del CONICET- Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH-CONICET- UNSa).


El 17 de junio de 1821, la muerte de Martín Miguel de Güemes clausuró una etapa importante de la guerra de independencia en América del Sur, que concluiría en noviembre de 1824 en Ayacucho con el triunfo de Antonio José de Sucre sobre el Ejército Real del Perú. Jefe de la Vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú a partir de febrero de 1814[1], y desde mayo de 1815 gobernador de Salta, Güemes coordinó y lideró una movilización rural en la provincia de Salta cuya jurisdicción incluía también a Jujuy y Tarija. Esta movilización rápidamente derivó en un movimiento insurreccional que, en el transcurso de la revolución, definió claramente un posicionamiento político en el cual la lucha por la libertad adquiriría sentidos diversos, no necesariamente coincidentes con el proclamado por la dirigencia revolucionaria.

Si el movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires representaba, en 1814, la esperanza de libertad concebida políticamente en relación con España, para los paisanos de Salta la revolución comenzaría a ser  “…esa  sensación brutal, vaga y exaltante a la vez de estar viviendo un momento excepcional en el que por retomar las palabras de Michelet ‘todo se vuelve posible’”[2]. Y ¿qué es lo que comienza a volverse posible para ellos?  Es muy difícil determinarlo, pero es verosímil suponer que el reconocimiento del fuero militar, que los protegía de la justicia local, el ascenso militar que les otorgaba reconocimiento social y las posibilidades de acceder a tierras o no pagar por ellas debe haber estado presente entre sus expectativas personales y colectivas. La sensación de arbitrariedad y de injusticia fue asociada al dominio ejercido por los “godos” o españoles y al orden social de la colonia, mientras adquirían conciencia del poder que poseían en su lucha contra ellos.

La revolución otorgó, a partir de ese momento, protagonismo político a nuevos actores sociales, particularmente a los “paisanos” que pasaron a formar parte, con la denominación de “gauchos”, de la organización militar que Güemes implementó en la provincia de Salta.  La composición social de estos Escuadrones Gauchos, al igual que la de la División Infernal de Gauchos de Línea[3], incluyó a mestizos, afromestizos, indios, negros esclavos o libertos y blancos pobres, fueran ellos pequeños y medianos propietarios o arrenderos y peones. La movilización rural que se generalizó a partir de 1815, cuando Güemes se afianzó en el poder al ser designado gobernador de la provincia de Salta, expresó reivindicaciones sociales, económicas y políticas, no necesariamente coincidentes con los proyectos políticos de las élites revolucionarias.

Más allá de la búsqueda de oportunidades individuales, que desde luego también estuvieron presentes, la movilización planteó reivindicaciones colectivas que en el caso específico de la insurgencia rural en el valle de Lerma puso de manifiesto la existencia de diferentes derechos de propiedad que se expresaron en las disputas por el acceso a la tierra. También los esclavos, que sin autorización de sus amos se sumaron a los escuadrones gauchos, aspiraron a lograr la libertad, tanto personal como de quienes como ellos eran esclavos.

Posiblemente fuera la promesa de libertad, anhelada por la revolución, pero también la de un nuevo orden social, las que sostuvieron la guerra librada en Salta con el liderazgo de Martín Miguel de Güemes. La libertad política se alcanzó, sin embargo, unos años después de su muerte, mientras que el deseado orden social, en el cual fuesen reconocidos nuevos derechos a los sectores subalternos, no se concretó. La libertad de los esclavos sería reconocida recién con la sanción de la Constitución en 1853 y la firma de un Armisticio con las fuerzas realistas, por la cual cesó la guerra en Salta, posibilitó a la elite salteña iniciar un proceso, no exento de dificultades, de disciplinamiento social que incluiría, entre otras medidas, la reorganización de las milicias y el sofocamiento de reiterados levantamientos armados.

Salta, junio de 2022


Notas

[1] En enero de 1814, luego de la derrota del Ejército Auxiliar del Perú al mando de Manuel Belgrano, las fuerzas realistas ocuparon la provincia de Salta.

[2] Baczko, Browislaw Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Nueva Visión, Buenos Aires, 1991.

[3] La División Infernal de Gauchos de Línea fue creada por Güemes en Setiembre de 1815 a pesar de la oposición del Directorio en Buenos Aires argumentando sobre la necesidad de recompensar a los valientes voluntarios que se habían destacado en la defensa del territorio en 1814.

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