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Juan L. Ortiz: 125 años

Literatura, Poesía ya!

El 11 de junio es el 125 aniversario del nacimiento del poeta Juan L. Ortiz en Puerto Ruiz, provincia de Entre Ríos. Instalado desde 1942 en Paraná, su figura y su poesía son clave para nuestra historia cultural: sin abandonar la mirada social, evoca la naturaleza y recala en la concepción íntegra del hombre y de la poesía. Juanele es el nombre íntimo, suspendido en la estela que deja la lectura de su obra.

Juan L. Ortiz vivió su infancia en el medio rural de la Mesopotamia argentina. Luego de un breve paso por Buenos Aires, donde colaboró en los diarios Crítica y La Protesta, trabajó hasta su jubilación en el Registro Civil de Gualeguay. Llevó una vida sobria y retirada, convirtiéndose en un mito literario para muchas generaciones poéticas.

El escritor Juan José Saer lo considera “el más grande poeta argentino del siglo XX”.


Selección de poemas

Aquí estoy a tu lado

Aquí estoy a tu lado mujer mía que duermes,
solo.
La noche es una oscuridad tímida
a través
de la madreselva.
(Será en los campos una solemnidad
de giro armonioso,
mágico,
acompasado de grillos y suspirado de aguas).
Estoy solo a tu lado, mujer mía.
¿Qué sueño
agitará tu pecho?
Aquí estoy a tu lado, solo, mujer mía.
Qué será de nosotros
de aquí a doscientos años?
Qué seremos ¡Dios mío! qué seremos?
Dentro de cien,
dónde estaré yo?
¿Tendrá la noche estival,
entonces, la forma que ahora tiene?
¿Y habrá una soledad
que gemirá
en esta misma pieza,
al lado
de la mujer dormida?


A Prestes (Mi galgo)
[fragmentos]

Has muerto, silencioso amigo mío, has muerto...
¿En qué prados profundos te hundiste para siempre cuando llovía oscuramente?
—Marzo, anoche, apagaba la sed larga...

Tu cabeza, tras el último suspiro, quedó más fina aún en la línea final.
Y era como si corrieras acostado un no sé qué fantástico que huía, huía...

Silencioso amigo mío, viejo amigo mío, has muerto...
Cuántos minutos claros, cuántos momentos eternos, contigo,
compañero de mis mañanas cerca del agua, de mis atardeceres flotantes...
en el dulce calor, en el viento de las hierbas, en los filos del frío,
en la luz que se despide como un infinito espíritu ya herido...

Silencioso amigo mío, viejo amigo mío, cómo nos entendíamos...
Esta tarde hubiéramos salido a mirar los oros transparentes, casi íntimos...
¿Qué veías allá, sobre las islas, cuando enhestabas las orejas?
¿Y te tocaba el blanco alado de la vela lejana?
Oh, los perfumes de las gramillas y de la tierra, qué ríos de éxtasis!
Y tu tensión cuando algo corría abajo...
Duro para mí, estúpido de mí, que te contenía sobre las traseras patas sólo,
vibrante en tu erguida esbeltez posada apenas...

Silencioso amigo mío, viejo amigo mío, compañero de mi labor...
Echado a mi lado, las horas lentas, alzabas de repente tus ojos largos,

ay, llenos de signos sutilísimos, y a veces,
una tenue luz que venía no se sabe de dónde humedecía su melancolía sesgada...
¿En qué secretas honduras sentías entonces mi mirada?

(...)

Larga fue tu enfermedad y tu latido profundo se hizo delgado, casi una queja ya...
Oh, esta queja, oh, tu llamado débil, cuando sentías acaso que “la sombra” venía
y requerías a tu lado las familiares presencias queridas...
Duro de mí, estúpido de mí, que a veces no prestaba suficiente atención a tu llamado
ni lo entendía en su miedo de la rondante noche absoluta, de la marea definitiva,
miedo de hundirte solo, sin la luz del “aura” amada junto a la ola fatal,
tú, el de la adhesión plena, el de la estilizada cabecita beata sobre la falda, sentados a la mesa
o leyendo yo sin haberte mullido el sueño fiel al lado de la silla...

Ay, oigo todavía tu llamado, tu llanto débil, impotente, de una imploración seguida...
Las voces no estaban lejos pero las querías alrededor de ti contra el
silencio que llegaba...

Ay, oigo todavía tu llamado, tu súplica latida como desde una medrosa pesadilla,
mientras mi corazón lo mismo que tus flancos, sangra, sangra, y Marzo, entre las cañas, sigue lloviendo sobre ti…


Y se rosa…

Y se rosa, doradamente, todo, todo el aire…
..............................................Y el aire pierde la orilla…

Un hálito, pues, de durazneros y de “primaveras”,
…………………………………….……….………el mundo?

Pasó el hambre, pasó… pasó el frío, pasó para esas “almas” que obsedían
……………………………………………….…………..las puertas y los baldíos?

………………………………………………….…………………..Pasó?
……………………………...……...Qué nodriza de las islas, celestamente, se da
………………………………………….…………......en la palidez del río?

La mirarán, acaso, desde su colina de ceniza, unos niños?
………………………………………….…………………..Mirarán esa dulzura que persiste
………………………………………………………..……….….en nevar allá?

Y los ojitos que, por las espinas, gritan y gritan a la leche,
………………………………………………………………………….……..la mirarán asimismo?

………………………..……….Y de los puntillos que no han “subido”, aún,
………………………………………………………………..a ella:
………………………………………………………………..qué?
…………………………………Qué, por el miedo de las briznas
……………………………………………o de las vías
…………que les cierran, repentinamente, más, si cabe, la noche
…………………………………………………………………………de abajo,
…………………………………………………………………………………..…qué?
……………………………………………Qué, decid, en el minuto en que todo,
……………………………………………………………………………..……….y todos,
………………………………………..…………………….buscan una a manera
………………………………………………………………………….de seno
……………………….……….o algo de la galaxia del origen, tal vez…
o simplemente un eco a ese silbido que unas enredaderas de pesadilla
…………………………………………………se aprestan a ahogar?


Canta la calandria...

..............Canta la calandria... canta...
Toda criatura canta, no es cierto? canta para “ser” aún en el “misterio”,
..............en el extrañamiento de sí...

Canta la calandria, y de repente parece que halló
...........................la deidad del "silencio"...

Excedió el pajarillo, pues, el hálito
........................de las ocho,
..........al no encontrar la respuesta
.....................................cerca,
y perdérsele en el gris las otras frases del minuto?

..............Por qué calló entonces?
..............Alguien sufre...

Nada asegura que la melodía
pasó a “ser”, allá, allá, donde las perlas se disolverían y de donde, a la vez,
se desprenderían las perlas...

..................................................Pero vuelve...
..............y con qué dulzura vuelve... es la melancolía
..................................................que vuelve?

........................Oh amor de diciembre,
.........................................amor:
dale el eco de una rama de ahí, o, si lo prefieres, del confín,
..........................para que no “sea” en ese “allá”
antes de “ser” su “resonancia”, en el intervalo de “aquí”,
....................aunque el aire deba sufrir, asimismo, porque nadie, nadie,
........................................nadie pueda herirlo así...
........................................y quede en una suerte de molicie
........................................que se ilumina
hasta arder en las cigarras y medir, intermitentemente, con ellas,
........................los espacios, ya, de un arcángel...


Fui al río…

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
—¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!


Tarde

El mundo es un pensamiento
realizado de la luz.
Un pensamiento dichoso.
De la beatitud, el mundo
ha brotado. Ha salido
del éxtasis, de la dicha,
llenos de si, esta tarde,
infinita, infinita,
con árboles y con pájaros
de infancia ¿de qué infancia?
¿de qué sueño de infancia?


Me has sorprendido…

...........................Me has sorprendido, diciéndome, amigo,
.........................................................................que “mi poesía”
debe de parecerse al río que no terminaré nunca, nunca, de decir...

........Oh, si ella
se pareciese a aquel casi pensamiento que accede
.........................................................................¡hasta latir
...........................................en un amanecer, se dijera, de abanico,
.......................................................con el salmón del Ibicuy...:
................sobre su muerte, así,
abriendo al remontarlo, o poco menos, las aletas del día...

........................................Seguiría mejor eso que mide
su silencio, y de que, al fin de cuentas, parejamente, es hija...

.......................................................Y acaso recién podría
comprometer a las nubes que le sueñan su extravío
...............................................................entre dos cielos,
.................................................también...
........................................y atender unas orillas
............................que quisiese, como él, llevar consigo,
...................................................................sobre todo, esa melancolía
...............................................................................de espinillos
...................................que, igualmente, se le retira
...........................para asumirles lo que, como a los otros, hacia el filo
......................................................................de la tarde, ni las sílabas
...............................que los han inquirido, aladamente, deslíen...

Y habría de bautizar, a su semejanza, la sombra que llegase a esa su rima
............................................................................................de Jordán, en subida
...............................desde la sal en que hubo, lunarmente, de morir,
..........................................................................................para hacer así,
....................................según lo hiciese con él, y en celeste
..................................................................................de amanecida…
............................................................para hacer, otra vez, la vida...

O quizás, por qué no? pudiera mirar con azahares, asimismo,
..................................................................la angustia,
..........................................cuando, tras las guirnaldas de golondrinas,
.......................................................................................que él abismase,
..........................................................sólo la mirara, parecidamente,
.......................................................................................el frío...
.......................o envolverla, aún, como en una presencia cuya línea
.........................................................resumiría las líneas…
........................para ver de que advirtiera, en la iluminación, la última o la prima
........................................................................en un centelleo de cíngulo
........................de esa alba que, de adentro, y tal la soledad que, de súbito sería
..............................................................................al azar restituida,
.........................................................pero evoca, providencialmente, de sí,
......................................................................................el cisne,
..................................................ella, la angustia del gris,
......................................................................habría investido...

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