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José Sbarra: sin orfandad cósmica

Literatura

“José Sbarra (que no se llama José Sbarra) nació entre el 12 y el 15 de julio de 1950 frente a un cementerio. Desde niño fue mentiroso, es decir, amó la literatura”.

Estas son las palabras que aparecen en la contratapa de Obsesión de vivir, publicado en 1975 por la editorial Aucan Ediciones. La tapa es bordó y aparece un gato negro, tal vez el mismo gato que aparecerá en una de las prosas poéticas que conforman Marc, la sucia rata (1991), novela que en 1998 será adaptada al cine por Leonardo Fabio Calderón.

José Sbarra es el poeta del under democrático que hizo del amor la estructura narrativa de su obra poética.

Dramaturgo, performance, autor de libros infantiles, conductor de ciclos de lectura de poesía en la ciudad, la figura de Sbarra se proyecta como el nexo cultural que une el destape tierno de la poesía posdictadura con las experiencias poéticas de la década del 90.

Sus obras de teatro plagadas de humor negro y poesía, su experiencia psicodélica y testimonial en Informe sobre Moscú (1996) y su obra póstuma El mal amor (2017) lo consagran a través del tiempo como una de las principales voces poéticas de nuestro país.

“No hay orfandad cósmica”, como dice Sbarra, porque él mismo se inscribe con su poesía en una lectura del amor que atraviesa tiempos y edades.


Selección de poemas

 

Y no obstante
tuve la osadía de continuar
viviendo
y respirando
y haciendo
literatura con cada decepción.

 

Elegimos el ejemplar más exótico,
nos enamoramos de su libertad
y empezamos a construirle una jaula.

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El verbo es amar
amar bien
amar mal
amar como sea
pero amar.
La clave es amar
y cuando todo duela
amar con mayor intensidad
y cuando todo se torne insoportable
amar el doble.

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Rellenando los cimientos
para un nuevo amor
o saliendo
de los escombros de otro.
Así he vivido.

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De todo lo que conocí quiero más
más nieve, más fuego
más sexo, más calma
de toda la locura quiero más
y de toda la pureza quiero más
más honor y más deshonra
más virtud y más bajeza
de todo lo que amé quiero más
de lo que aún no he probado quiero más
de todos los excesos quiero más
más dolor
más placer
quiero más
y cuando me muera
como una ráfaga y como una súplica
saldrá de mi boca la palabra más.

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Sólo mis libros me pueden salvar.
Sólo mis libros me van a salvar en todos los sentidos.
No habrá amor ya.
No creo que nadie merezca tantas oportunidades.
Pero mis libros me van a salvar afectiva
y espiritualmente.
No hay otra salida para mí,
la muerte me hallará escribiendo.

de El mal amor


Otoño. Que sea otoño. Que sea otoño y que llueva. Mucho. Que haya leños ardiendo en un brasero. Y un gato. Que haya un gato y que sea negro y que mire de amarillo y que se enrosque y que nos enseñe un poco a vivir. Pero por sobre todas las cosas que sea otoño. Que le falte un vidrio a la ventana. Que entren por ese hueco la lluvia y el frío. Que tengas ganas de besarme. Muchas ganas. Que una mujer te espere en otra parte. Que sea otra vez otoño. Otoño y que llueva. Y que no vayas. Que te quedes conmigo. Que sea otoño otra vez y que te quedes.

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Yo sabía que había un tigre debajo de la cama, un orangután en el armario y una araña gigante dentro de un zapato.

Te amaba tanto que para que durmieras tranquila me levantaba por las noches y les daba de comer al tigre, al orangután y a la araña.

Como no me amabas te resultó fácil creerme loco y no quisiste más vivir conmigo. Me obligaste a tomar un tren.

Casi todos los pasajeros descansan con los ojos cerrados. Yo no. No puedo relajarme. Miro la luna por la ventanilla y pienso que estás dormida y que no sabes que hay un tigre debajo de la cama, un orangután en el armario y una araña gigante dentro de un zapato.

de Marc, la sucia rata


¿No habrá nunca nadie que desee beber nuestras lágrimas?

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¿Qué satisfacción hallaremos los que hemos de llegar a las puertas de la muerte sin riquezas, ni honores, ni gloria? ¿A quién convenceremos de haber vivido en la verdad los que sólo recibimos el ataque o la burla de nuestro tiempo?

¿Nos defenderá toda esa gente para la que únicamente somos seres estrafalarios?

¿Habrá algún Dios capaz de entender la santidad que encierran nuestras ironías y blasfemias?

¿Cuál será esa divinidad tan sensata que comprenda nuestro diferente modo de existir?

de Obsesión de vivir

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