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Episodio 1: “Recorte de un día”, por Lorena Vega

Debates, Diarios

Llevar una agenda es uno de los mandatos del tiempo acelerado. ¿Cuál es la agenda en cuarentena? Lorena Vega, actriz y dramaturga, ha debido suspender funciones y ensayos. Los días quedaron casi en blanco. Es entonces cuando las agendas del pasado avanzan y marcan los días y los hitos.

 

Agenda 2020. Viernes 3 de abril

En la agenda tengo tachado “Ensayo de Precoz”, “Pediatra”, “Función en Timbre 4”. De los dieciocho días que llevo encerrada hace seis que me despierto llegando al mediodía. Como poco. Descubro que en mi casa no es suficiente la conexión de internet. Tuve que hacer una consulta de urgencia que se tramitó por video llamada a raíz de una picazón en todo el cuerpo. Tanto el homeópata, la acupunturista como un médico amigo me recomendaron bañarme en llantén y no mirar noticieros.  Mi hijo hace su tarea de segundo grado para la escuela pintando la bandera argentina dentro de las Islas Malvinas. Gonzalo me dice “aprovechá para acomodar el cuartito de arriba y de paso tirás lo que no sirve. Hay demasiadas libretas que ocupan mucho lugar.”

Hace cinco años que vivimos en este PH. El cuartito de arriba mide tres por dos. Se accede por la escalera que lleva a la terraza, tiene una ventana y está todo pintado de blanco. Es el único ambiente de la casa con aire acondicionado. Está debajo del tanque y hay que dar un empujón violento para que la puerta cierre. El plan fue siempre armar ahí mi oficina. Sin embargo es un rejunte de cajas con todo tipo de papeles sobre dos estanterías y una biblioteca. Hay apuntes de la facultad; programas de mano de obras de teatro que vi; cartas de amigas de la infancia; fotos de etapas varias. Postales que me mandaba mi tía de su estadía en EE.UU., entradas a recitales. Además está la sombrilla de la terraza, una pelota de básquet, algunos diplomas enmarcados, libros de preparto, estatuillas de premios y festivales, el canasto con ropa sucia, un colchón en el piso, los tender y un cuadro con calaveras y moscas que pintó un amigo maquillador de teatro.

Subo después de almorzar. Todavía hace calor y entra mucha luz por la ventana. La vista da a las paredes descascaradas del vecino que también son blancas. Pusimos tres macetas colgadas del lado de afuera para que las hojas en el borde de la ventana generen un estímulo a la vista cuando se mira desde adentro. Las plantas no sobreviven mucho ahí y tienen pocas hojas.

Subo con la franela. Limpio. Despejo. En la biblioteca entre lo que Gonzalo llama “las libretas” hay anotadores con portadas de Sarah Key, de Garfield y agendas Citanova que oficiaron de diarios íntimos. Son de la primaria y la secundaria. De los años 2000 es toda la camada de agendas Maitena en el formato espiral, excepto los últimos cuatro años que opté por las más pequeñas de encuadernación pegada. Hay tres pilas de cuadernos A3 con notas de clases, ideas de obras, números telefónicos en los márgenes, listados de alumnxs que pagaron las cuotas. Agarro un anotador que en la tapa dice SOLITA y tiene el dibujo de una chica en blanco y negro. Es una pieza que se imprimía en el taller de mi papá y el nombre es por mi prima. Ella es menor que yo y ambas compartimos las mismas iniciales en nuestros nombres: L. S. V.

Agenda SOLITA. 1982. Julio

Domingo
Mañana es la internación. Yo elegí el camisón que me trajo la tía que tiene un oso adentro de otro y dice “Florida”.  Sergio se río y dijo que para qué si después te lo van a sacar.  Yo todavía no entiendo si nos van a operar en el mismo quirófano a los dos o a él primero y después a mí. Fede se va a quedar con la abuela por eso ella vino a dormir a casa. Me hizo reír mucho porque le habla a la radio y la radio le contesta a lo que ella dice. Le preguntamos cómo sabe lo que van a decir y dijo que no podía revelar el secreto. Papá no va a venir. Dijo que mejor él nos espera en casa porque no le gustan los hospitales y que cuando salgamos de la operación vamos a ir a ese pasaje todo listo a andar en bicicleta. Pero que primero las va a llevar a la bicicletería porque Sergio pinchó las ruedas con un alfiler.

Viernes
Lo que más me gusta de haberme operado es que todos los días tengo que comer helado. También puede ser yogurt o sopa. Tienen que ser cosas que no raspen la garganta. Pero prefiero helado aunque haga frio. No me molestan las cosas de verano en el invierno.

Dicen que ya estamos muy bien los dos. Que cuando hablo tengo otra voz. Ayer papá me dijo vos hablabas así. Se apretó la nariz con los dedos y dijo “así hablabas con esta voz” y después se rió. Me imitó con un sonido tonto.

A la noche hubo un discurso largo del presidente. Nos callaban a cada rato para escuchar. Yo lo tuve que ver todo porque duermo en el sillón del living. Ya me dijeron que cuando cumpla ocho nos vamos a mudar y voy a tener mi propia habitación. En un momento le pregunté a papá por qué ese señor es presidente si nadie lo votó. Me contestó porque es milico.

Al final Sergio volvió a pedir frutilla. Yo quería chocolate y limón pero mamá dijo que mejor fruta. Comí frutilla y limón.

Sábado
Me siento muy bien. Me gusta mi nueva voz. Cuando dije 43-70 la personalidad de un líder junto con la radio, porque lo sé de memoria, la abuela me escuchó y dijo: esta nena nada que ver ahora sí tiene voz de locutora.

Guardo acá la carta que me mandaron de la escuela. Están las firmas de todos hasta el director. Me gustan mucho los arcoíris que hizo Marcela y Octa me puso: suerte. Su firma es solamente una O.

Domingo
Hoy vamos al circo. Es el primer día que salgo. Nos lleva Silvana la hija de Sara del piso de arriba. Le voy a decir a mamá que me deje ir un ratito antes a la casa de ella así veo el piano y después vamos directamente a la carpa. Dicen que el circo se va a quedar una semana más y después lo sacan porque ahí quieren poner un Coto.  Me da pena que haya animales en la ciudad pero más pena me va a dar ver animales muertos en un supermercado.

Me voy a poner el enterito amarillo que me hizo mamá como Yolanda de Parchís. Mañana vuelvo a la escuela.

Miércoles
Ya estoy de vuelta. Estoy cansada pero bien. Fueron tres días sin escribir porque me tuvieron que operar de nuevo, el pochoclo me raspó la garganta. El domingo a la noche después del circo fui al baño a lavarme los dientes y cada vez que bajaba la cabeza me salían gotitas de sangre por la nariz. Le avisé a mamá y enseguida empecé a vomitar. Ella gritó del susto y después dijo: y encima dónde mierda está tu padre. Enseguida subimos a un taxi.

No puedo hablar por varios días. Dicen que la hemorragia fue grande. La escuché a mamá por teléfono con la tía: salía tanta sangre que se me podría haber muerto; que hay que esperar que la herida cicatrice otra vez; que como Sergio no comió pochoclo a él no le pasó nada. Que quedé anémica.

Ahora mamá casi no las saluda ni a Silvana ni a Sara. Eso me da un poco de vergüenza. Ya le expliqué que fue culpa mía. Ella preguntó si queríamos y yo dije que sí y Fede también. Al final por una vez Sergio tuvo razón.

Vimos dos payasos viejos. Un elefante y unos galgos campeones. Eran feos. Demasiados flacos. Se les notaban mucho las costillas como si les faltara comida pero saltaban muy alto adentro de un aro. Había olor feo pero me gustó el paseo aunque haya sido a una cuadra de acá y me haya lastimado.

 

Cierro la Agenda SOLITA porque golpea la ventana mi hijo y hace una seña, pero yo me sobresalto como si hubiese derribado la puerta un escuadrón de Swat.

—Dice papá que bajes
—Ahora bajo
—Quiere que veas algo
—Decile que ahora va

Mi hijo se queda esperando. Marco el diario SOLITA doblando la punta superior de la hoja.

Bajo con mi hijo esquivando al gato que zigzaguea entre nuestros pies a cada escalón y escucho música mezclada con sonidos de cosas que se arrastran. Al entrar veo los muebles acumulados en el centro del living, a Gonzalo con el tacho de pintura y un rodillo en la mano y mi hijo baila haciendo movimientos de rap. Dice, mami yo ayudé con las sillas y también voy pintar. Yo hago que sí con la cabeza. Gonzalo empieza a dar las primeras pasadas de blanco a la pared. Yo miro a uno y miro al otro mientras se escucha “Casio” de Jungle. Busco mi celular y pregunto qué sabores quieren mientras escribo el pedido a la heladería.

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